sábado, 13 de octubre de 2012

La derecha española: liberalismo cuando interesa.


Publicamos a continuación un artículo redactado por uno de los miembros de nuestra asamblea.

La derecha española: liberalismo cuando interesa.

Hablemos de la supuesta "libertad" que nos venden los liberales.

El liberalismo es una corriente de pensamiento que surge en los siglos XVII y XVIII en contra del
despotismo, que era el sistema de gobierno más habitual de aquella época.

Abogaba por la República y por el ateísmo, ya que tanto los monarcas como la Iglesia Católica
eran los principales opresores y privadores de libertades y derechos. Entonces, es lógico
pensar que muchos pensadores de la época (Voltaire, Hume, Kant, Locke...), idearan sistemas
en los que el individuo estaba por encima de supuestos "poderes" impuestos, ya fuera por la
fuerza, la ley o de orden divino. De hecho, como se nos ha dicho en múltiples ocasiones, las
Constituciones de origen popular que surgen en los siguientes siglos se apoyan en esta línea de
pensamiento, siendo la más importante y que inspiró a las demás, la nuestra de Cádiz de 1812,
la famosa Pepa.

Pero esto es lo que conocemos como liberalismo social, por otro lado está el liberalismo
económico, que promueve lo mismo a nivel económico; es decir, la mínima intervención del
Estado en los asuntos económicos, con la reducción total de impuestos y gravámenes a las
mercancías y transacciones. Según esta teoría, el no intervencionismo por parte de los poderes
públicos, permite la igualdad de condiciones de todos los individuos, lo que permite un marco
de competitividad justa. Aún más, desde que se crearon los "mercados" (sí, esos de los que
tanto habéis oído hablar y que hay que tener contentos para que no suba la prima de riesgo);
los liberales creen que, sin la intervención del Estado, éstos se regulan solos y llegamos a un
punto de equilibrio.

De aquí nace la corriente liberal que tan fuerte está soplando por estas fechas, y de las que
algunas personas se hacen emblema, como la ex-presidenta de la Comunidad de Madrid.

Sin embargo, el liberalismo que promueven hoy está muy lejos de aquél que se promovió en
las Cortes de Cádiz, déjenme que me explique.

Bajo el punto de vista económico, nos están creando la idea de que hay que ser competitivos,
vivimos en una sociedad en la que prima el "yo" y nos venden la libertad individual absoluta
y la propiedad privada por encima de los demás derechos de los ciudadanos. Están
implantándonos el individualismo más radical posible.

Desde personas que pertenecen al grupo de Gobierno, o afines a él, nos llegan muchas frases
del tipo "la gente no tiene que por qué pagar la parte de un tren que no utiliza”. Ese tipo de
cosas cala en la mente colectiva y nos divide, nos hace creer que estamos manteniendo a los
demás, que son parásitos, con nuestro dinero. Denegar atención sanitaria a los inmigrantes
como si fueran los culpables de la situación actual, demonizar a los funcionarios, hacernos
creer que todas las empresas públicas están mal gestionadas y nos cuestan mucho más que si
fueran privadas... y un largo etcétera de situaciones y medidas que está tomando el Gobierno
van en el mismo sentido: destruir nuestro sentir colectivo en aras del individualismo.

Con la otra mano nos venden la libertad: un mercado con menos impuestos, sin la intervención
del gobierno, donde cada individuo decide con su dinero y no tiene que estar pagando
obligatoriamente cosas como la Seguridad Social o la escuela pública.

Como podéis ver, ellos mismos se dejan en evidencia, porque un liberal jamás hubiera
nacionalizado un banco, subido los impuestos, saneado las autopistas con dinero público y
pagado multitud de cosas directamente del dinero del contribuyente. Hipocresía en su estado
más puro.

Pero también hay que tener cuidado con el liberalismo puro.

La creencia de que los mercados se autorregulen es totalmente absurda. Un sistema creado
artificialmente por el hombre no puede responder a las leyes naturales de equilibrio. De
hecho, el mayor ejemplo de esto está sucediendo durante esta crisis con la ya famosa prima
de riesgo: da igual lo que hagan los gobiernos, que sube o baja de forma "arbitraria", pero
casualmente siempre está alta cuando hay consejos de ministros en los que hay que tomar
medidas realmente dolorosas para el pueblo. Otro ejemplo más, Grecia que lleva ya 3 años de
planes de austeridad y privatizaciones salvajes tiene una situación actualmente de pos-guerra
en el que su PIB (Producto Interior Bruto, el dinero que hay en ese Estado) en 2013 será un
25% menor que cuando empezó la crisis y su prima de riesgo a día de hoy es de... 1829 puntos
básicos. (Dato: www.datosmacro.com/prima-riesgo/grecia)

Aún más, nos venden los mercados como entes etéreos, por encima de los mortales que saben
perfectamente como se debe gestionar la economía y a los que, sin embargo, nosotros, necios
e inconscientes, les llevamos una y otra vez la contraria. Pues no señores, los mercados tienen
nombres y apellidos, y son personas y sociedades con ánimo de lucro (muchísimo) que juegan
con la especulación para hacer dinero. Los mercados son desde fondos de capitales privados
y fondos de pensiones hasta bancos; y no sólo americanos o chinos, si no también europeos e
incluso los propios bancos españoles.

Por estos motivos defiendo que está totalmente injustificado pensar que la economía se
regulará de forma espontánea eliminando el Estado: no hará si no dejarnos a merced de unos
nuevos tiranos.

De hecho, el liberalismo sólo se fomenta a nivel económico, porque a nivel social se produce
todo lo contrario, siendo lo más significativo la reforma constitucional que PSOE (en el
Gobierno) y PP apoyaron para darle prioridad absoluta al pago de la deuda por encima de
todos los demás gastos que pudiera tener el Estado. También merece la pena mencionar
como, con la ley del aborto, van a eliminar la libertad de decisión de la mujer sobre la
interrupción del embarazo, con la excusa del derecho a la vida, si bien ellos siempre priman el
derecho a la libertad por encima de otros.

Y muchísimos casos más como la criminalización de la protesta pasiva, el plantearse eliminar
el matrimonio homosexual, no preguntar al pueblo en referéndum si quiere o no pagar la
deuda (que sería liberalismo puro, la decisión individual directa); negar un referéndum para
la independencia de Cataluña, criminalizar partidos políticos de la Izquierda Abertzale... que
pueden apoyar ideas independentistas, pero, os recuerdo otra vez, que el liberalismo tiene

como máxima la no-intervención del Estado, así que cualquiera puede presentarse a las
elecciones siempre y cuando cumpla los requisitos legales.

Por otro lado fomentan cosas que jamás haría un auténtico liberal: defienden la monarquía y
el sectarismo religioso. El rey no gobierna, pero tiene decisión y capacidad de vetar cualquier
ley, inmunidad legal y demás privilegios, entre ellos, vivir de nosotros y no por sus propios
medios; por otro lado, le permiten a la Iglesia privilegios fiscales y la subvencionan con
dinero de las arcas públicos, tanto del creyente como del no creyente, y ahora permiten el
segregacionismo en las escuelas privadas (que también reciben cuantiosas sumas de dinero
público) porque, esta vez sí, la gente "tiene derecho a decidir sobre la educación que quiere
recibir su hijo".

En definitiva y resumiendo, nos venden un modelo “neoconservador” con lo peor del
conservacionismo a nivel social: coartan la libertad del pueblo soberano a si quiere o no
seguirle el juego a los mercados, eliminan derechos sociales, agravan la desigualdad entre
diversos colectivos (gays, inmigrantes, no-creyentes, independentistas,...) y fomentan prácticas
arcaicas. Por el lado económico, libertad absoluta al más puro estilo neoliberal, dejándonos
a merced de las élites económicas mundiales que podrán actuar con absoluta impunidad,
destruyendo las pequeñas y medianas empresas que queden en nuestro país al no poder
competir con los bajos precios que ofrecen las grandes; que se logran a costa del sufrimiento
humano en el tercer mundo y de la agonía del planeta Tierra.

Debemos recuperar el sentido de Estado, porque el Estado tampoco es un ente al que si
declaro un poco menos en la declaración de la Renta no importa, el Estado somos todos los
ciudadanos: el Estado es nuestro, y por eso no podemos permitir que lo destruyan. Para
formar el Estado hemos aceptado un contrato social que es la Constitución Española, y somos
nosotros, y no cuatro politicuchos hipócritas, los que tenemos la libertad de decidir cambiarla.
Y con libertad absoluta elegimos atenernos a unas leyes destinadas a permitir a todos unos
mínimos de libertad, igualdad y de bienestar.

Y eso tenemos que verlo, que es mucho más noble privarnos de un poco de libertad en
aras del bien común, en bien del prójimo, en bien del Estado; porque el individualismo y la
competitividad van en contra de otros valores que nos han enseñado desde pequeños mucho
más elevados: solidaridad e igualdad. Los mercados se ríen escandalosamente de esa máxima
cristiana que es "amaos los unos a los otros como yo os he amado"; juegan con doble moral.

La libertad es un gran valor, sin duda alguna, quizás de los más bellos que hay, pero la libertad
no es libertinaje, la libertad es poder hacer aquello que deseemos sin privar a los demás de
que puedan hacer lo mismo, y nos hacen creer que es el Estado, tirano, el que nos lo impide;
pero es el bolsillo el que nos lo va a impedir cuando no podamos pagar sanidad o educación.
Y quiero hacer hincapié en ésta última, puesto que la educación es la que nos permite
desempeñar el trabajo que deseemos.

Libertad sí, como derecho para decidir como individuo cómo quiero vivir mi vida, pero no
como derecho del rico para esclavizarme.

Porque ya lo decía Rousseau en su libro, el Contrato Social: "El más fuerte no lo es siempre
demasiado para ser constantemente amo o señor, si no que transforma su fuerza en derecho y
la obediencia en deber".

Daniel Martín Sanjuán

Twitter: @Vingthor793

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